jueves, 1 de abril de 2010

3:38 (Dios es un excelente guionista)

(tercer y ultimo post de la trilogia Hay Boda)

“Oye y…como que música te gusta?”
“David Bowie”
“Viste Life Aquatic?!” Exclamo entusiasmado el quejicoso Alberto, con tono de quien hace más una afirmación que una pregunta.
“ehm, of corse que si” Contesto ella dando pocas muestras de convencimiento. “Pero me quede dormida”.


Casi todo lo que paso la noche en que conocí a Nicole es irónico. Mirando hacia atrás y como diría Steve Jobs connecting the dots, es inquietante pensar en la secuencia de situaciones y decisiones a primera vista nimias que en retrospectiva se han tornado trascendentales. Lo se, generalmente no nos damos el tiempo de analizar y enumerar ese tipo de cosas (cuando chico una vez hice el ejercicio de concientemente contar cuantos respiros habían desde mi casa hasta el colegio: Entre 80 y 90 en 4 minutos) pero con un poco de esfuerzo y detenimiento es fácil darse cuenta que, efectivamente, la probabilidad conjunta de que todo se de al mismo tiempo es muy pero muy baja: Y si Tito en vez de convencerme de ir a la ceremonia de la ACHAP se hubiera ido a ver una película con la Nena? Y si Mono no me hubiera dicho a último minuto que “El Bora” tenía una invitación disponible para la ACHAP? Y si los guardias hubieran controlado en la entrada? Y si una chiquilla de otra agencia que solo 10 días antes me había dicho “porfa ya no quiero bailar mas contigo nos puedes dejar solas?” me hubiera reconocido y hubiera venido, de rodillas, a pedirme perdón? Y si la fiesta de los publicistas no hubiera sido un derroche con alcohol y comida gratis? Y si Tito hubiera ganado, como todos los demás ganaron, un premio en el stand de La Tercera? Y si la Nico no se hubiera quedado en la fiesta?

Me quiero detener en un personaje secundario, ese pobre diablo de Max Huber que cruzo 20 metros del estacionamiento para pedirme mi número de teléfono a las 4 am de un Jueves. Era noble el hueon. El hecho de que haya sido despedido de la pega la semana siguiente no hace sino mitificar aun más su rol y asemejarlo a algún melancólico perdedor de las películas de Wes Anderson. En retrospectiva quizás ese muchacho era la única persona cuerda entre la comedia de insensateces, descoordinaciones y torpezas que sucedieron antes de que se me ocurriera algo tan básico como pedirle el teléfono a la chiquilla que me gustaba.

Pero eso es tratar de trivializar y simplificar una historia de engrupimiento que estaba destinada a no ser como todas. Había que estar en un contexto de maquetas con pintas taquillas y poco naturales. Había que esconderse a tomar vodka sentado en el piso detrás de una pantalla. Tenía que haber 1 celular y no 2. Tenia que irse de Chile uno de los 2.


(Extracto de “Oh! You Pretty Things: Historias sin epilogo sobre un artista británico como fundamento para teorizar sobre lo realmente relevante (¡?)”, EL ensayo de la proposicion)

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